Plantaciones de cannabis, laboratorios de prensado o de fabricación de cocaina, las cocinas de metanfetaminas, la distribución - en barrios pobres esencialmente -, los patrones de la droga que se convierten en leyenda y películas o que siguen tan campantes su mercadeo desde sus lugares de reclusión. Piedras de Chespi o Crack, cola de zapatero, heroína, pastillas, ácido...
¿Quién puede
negar que el de las drogas es un gran negocio?
Un negocio que
mueve billones de dólares en este planetita azul colgado de la
eternidad de la Via Láctea. Uno prohibido, que se nutre de la
clandestinidad, del ocultamiento, pero también de la humana
corrupción, de la vista gorda y también de la amenaza mortal si el
billete no entra.
Se han formado
corporaciones completas en la sombra. Se han desarrollado los
estadios intermedios de ocupación que permiten que la industria de
la droga trabaje: el contrabando, la asesoría legal, el lavado de
ingresos, la distribución y venta, sin olvidar el trabajo creativo
de originar nuevos productos, generar nuevas adicciones.
QUE PASARIA
SI...
¿Se acabaran de
repente todas las drogas y - ya que estamos - todas las adicciones?
En principio no tendría razón alguna para seguir escribiendo.
Muerto el perro, se acabaron las pulgas.
Recomencemos.
¿Qué pasaría si por alguna razón, motivo o circunstancia, todo
tipo de droga fuera declarada legal y se empezara a vender con toda
tranquilidad en el supermercado de su preferencia, señor, señora?
O sea, imagine que la marucha, cocaína, metas, éxtasis, chespi,
heroína, hachis o el ácido pudieran ser encontrados, en recoquetos
packagings, bajo coquetas marcas, en locales comerciales varios. Eso
si, con el destacado warning correspondiente, al lado del código de
barras: EL USO DE ESTA SUSTANCIA, HACE PELOTA LA SALUD - Lo aconseja
el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
Empecemos a
divagar:
Bajarle una línea
(discúlpenme si no utilizo la jerga adecuada, señores consumidores.
Se debe a mi falta de experiencia), sería tan normal como tomarse
unas birras con los amigos. Como no produce humo, no haría falta
habilitar zonas exclusivas para los que necesitan su paleadita para
continuar en esta triste existencia. Por lo tanto, estar bajo los
efectos de cualquiera de estas drogas, sería como estar en pedo. Si
querés, hacelo, pero si te pasas de rosca, te quedás sin amigos,
sin trabajo, sin pareja, sin familia. Mas o menos como sucede ahora
mismo, pero sin la clandestinidad, sin la doble existencia, la doble
moral y la doble, triple o cuadruple retribución económica
efectivizada al ahora clandestino proveedor amigo. Porque como
esperaríamos, las leyes de la oferta y la demanda, de la
competitividad, harían que estos productos bajen escandalosamente de
precio. El asunto es que el que jale, el que porrée, se pastillée
o se inyecte sería tan socialmente aceptado como cualquier borrachín
de barrio o el fumarola que enciende un pucho con la colilla del
anterior. Este prójimo no tendría remordimientos por su adicción,
la policía no lo seguiría (y no lo extorsionaría en muchos casos)
por eso. Si su adicción al lisérgico lo lleva al cajón, sería su
exclusiva responsabilidad, pero habría disponibilidad amplia de
tratamientos varios para toda forma de dependencia. "Deje las
anfetaminas en apenas 10 dias", prometerá alguno que encontró
el camino correcto. Y hasta mas de un seminario-taller será
efectivo, consagrando a toda una nueva hornada de ex-adictos.
UN MUNDO DE
DROGADICTOS
Pero pará la
mano, me dirá mas de una doña...¿Vos querés un mundo de
drogadictos, infelices, asesinos, capaces de robar por su droga, para
satisfacer su adicción? Gente que no trabaja, que no dura en un
laburo, que no le importa nada. Un horroroso panorama en el que
grupos de adictos a una sustancia se reunen en lugares, públicos a
veces, y se dedican desenfrenadamente al consumo de sus drogas,
escuchando música a altísmo volumen. Chicos y chicas, tiernas
expresiones de la humana existencia introduciendo en su organismo
líquidos, sólidos o gases que les harán mejorar su performance
deportiva y artística. O algunos a los que simplemente les harán
disfrutar de otra manera el desempeño de los anteriores.
¡Jelou,
señoraaaa!!!. Lamento informarle que ese mundo ya existe. Y avanza
protegido por las sombras, arrastrandose cada vez más sobre el
territorio rosa de los que creen no poseer ninguna adicción, negando
a muerte o a versiculazos de la Biblia, que cada persona tiene una,
aunque sea a leer diarios de atras para adelante.
Lo que va a
cambiar es que todo esto, que ya existe, se hará a la luz. Que el
placer de lo prohibido, la adrenalina (otra droga) de estar en el
mundo de lo que no se debe hacer, dejará de ser tal. A vos te gusta
la cola de zapatero, metele. Pero no en horas de trabajo, no
mientras estés conmigo porque a mi me molesta el olor, no cuando te
pido que no, amor, porque te está haciendo mal.
Empecemos a
hablarlo. Dicen que las drogas permitidas (el alcohol, el tabaco,
algunas sustancias medicinales) matan a más gente que las
prohibidas.
¿No será tiempo
de echarle luz a este tema?
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