La Marimba

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Duro a la tecla, con el golpe que haga falta

miércoles, 21 de enero de 2015

DIGAMOS SI A LAS DROGAS (O por lo menos discutamos su legalización)


Plantaciones de cannabis, laboratorios de prensado o de fabricación de cocaina, las cocinas de metanfetaminas, la distribución - en barrios pobres esencialmente -, los patrones de la droga que se convierten en leyenda y películas o que siguen tan campantes su mercadeo desde sus lugares de reclusión. Piedras de Chespi o Crack, cola de zapatero, heroína, pastillas, ácido...
¿Quién puede negar que el de las drogas es un gran negocio?
Un negocio que mueve billones de dólares en este planetita azul colgado de la eternidad de la Via Láctea.  Uno prohibido, que se nutre de la clandestinidad, del ocultamiento, pero también de la humana corrupción, de la vista gorda y también de la amenaza mortal si el billete no entra.
Se han formado corporaciones completas en la sombra.  Se han desarrollado los estadios intermedios de ocupación que permiten que la industria de la droga trabaje: el contrabando, la asesoría legal, el lavado de ingresos, la distribución y venta, sin olvidar el trabajo creativo de originar nuevos productos, generar nuevas adicciones.


QUE PASARIA SI...


¿Se acabaran de repente todas las drogas y - ya que estamos - todas las adicciones? En principio no tendría razón alguna para seguir escribiendo. Muerto el perro, se acabaron las pulgas.
Recomencemos. ¿Qué pasaría si por alguna razón, motivo o circunstancia, todo tipo de droga fuera declarada legal y se empezara a vender con toda tranquilidad en el supermercado de su preferencia, señor, señora? O sea, imagine que la marucha, cocaína, metas, éxtasis, chespi, heroína, hachis o el ácido pudieran ser encontrados, en recoquetos packagings, bajo coquetas marcas, en locales comerciales varios. Eso si, con el destacado warning correspondiente, al lado del código de barras: EL USO DE ESTA SUSTANCIA, HACE PELOTA LA SALUD - Lo aconseja el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
Empecemos a divagar:
Bajarle una línea (discúlpenme si no utilizo la jerga adecuada, señores consumidores. Se debe a mi falta de experiencia), sería tan normal como tomarse unas birras con los amigos. Como no produce humo, no haría falta habilitar zonas exclusivas para los que necesitan su paleadita para continuar en esta triste existencia. Por lo tanto, estar bajo los efectos de cualquiera de estas drogas, sería como estar en pedo. Si querés, hacelo, pero si te pasas de rosca, te quedás sin amigos, sin trabajo, sin pareja, sin familia. Mas o menos como sucede ahora mismo, pero sin la clandestinidad, sin la doble existencia, la doble moral y la doble, triple o cuadruple retribución económica efectivizada al ahora clandestino proveedor amigo. Porque como esperaríamos, las leyes de la oferta y la demanda, de la competitividad, harían que estos productos bajen escandalosamente de precio. El asunto es que el que jale, el que porrée, se pastillée o se inyecte sería tan socialmente aceptado como cualquier borrachín de barrio o el fumarola que enciende un pucho con la colilla del anterior. Este prójimo no tendría remordimientos por su adicción, la policía no lo seguiría (y no lo extorsionaría en muchos casos) por eso. Si su adicción al lisérgico lo lleva al cajón, sería su exclusiva responsabilidad, pero habría disponibilidad amplia de tratamientos varios para toda forma de dependencia. "Deje las anfetaminas en apenas 10 dias", prometerá alguno que encontró el camino correcto. Y hasta mas de un seminario-taller será efectivo, consagrando a toda una nueva hornada de ex-adictos.


UN MUNDO DE DROGADICTOS


Pero pará la mano, me dirá mas de una doña...¿Vos querés un mundo de drogadictos, infelices, asesinos, capaces de robar por su droga, para satisfacer su adicción? Gente que no trabaja, que no dura en un laburo, que no le importa nada. Un horroroso panorama en el que grupos de adictos a una sustancia se reunen en lugares, públicos a veces, y se dedican desenfrenadamente al consumo de sus drogas, escuchando música a altísmo volumen. Chicos y chicas, tiernas expresiones de la humana existencia introduciendo en su organismo líquidos, sólidos o gases que les harán mejorar su performance deportiva y artística. O algunos a los que simplemente les harán disfrutar de otra manera el desempeño de los anteriores.
¡Jelou, señoraaaa!!!. Lamento informarle que ese mundo ya existe. Y avanza protegido por las sombras, arrastrandose cada vez más sobre el territorio rosa de los que creen no poseer ninguna adicción, negando a muerte o a versiculazos de la Biblia, que cada persona tiene una, aunque sea a leer diarios de atras para adelante.
Lo que va a cambiar es que todo esto, que ya existe, se hará a la luz. Que el placer de lo prohibido, la adrenalina (otra droga) de estar en el mundo de lo que no se debe hacer, dejará de ser tal. A vos te gusta la cola de zapatero, metele. Pero no en horas de trabajo, no mientras estés conmigo porque a mi me molesta el olor, no cuando te pido que no, amor, porque te está haciendo mal.
Empecemos a hablarlo. Dicen que las drogas permitidas (el alcohol, el tabaco, algunas sustancias medicinales) matan a más gente que las prohibidas.
¿No será tiempo de echarle luz a este tema?

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