La Marimba

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Duro a la tecla, con el golpe que haga falta

jueves, 15 de enero de 2015

¿Quien anduvo jugando con el botón?



Para nosotros, pobres niños crecidos y criados durante la Guerra Fria, el fantasma de un apocalípsis nuclear no era tan ectoplásmico ni etéreo.
Mirá que nos jodían con eso del botoncito, el inicio de una conflagración atómica, la carrera armamentista, los objetivos geopolíticos y cuanta otra cháchara más que se les pueda anotar a esos tiempos del Este contra el Oeste.  Eran tiempos difíciles.
De un lado el Pentágono ponía lados a todo lo que era la defensa del mundo libre, occidental y cristiano, con la estrella de Sheriff como adorno de pectorales.  Del otro, el tenebroso Kremlin gastaba su tiempo en enviar disidentes a Siberia, alimentarse de rozagantes bebés y, por supuesto, jugar con el botonovich, tovarich.
La ficción, hermána anoréxica de la realidad, nos pintaba espantosos paisajes de destrucción, tras el lanzamiento de una centena de misiles nucleares que arrasaban con el pobre tercer planeta en órbita alrededor de la estrella que llamamos Sol.

Y DALE CON EL BOTON
 
Y todo se reducía al botoncito.  De preferencia, rojo, por ese valor calórico y de peligro inminente que le damos a la mezcla del 100% de magenta y amarillo.
Ciudades devastadas, ventanas como cuencas vacías de gigantescas calaveras en gigantescos edificios, calles partidas en medio, aguas pútridas de las que saltaban peces de varios ojos y tentáculos en vez de aletas.
Mark, de la mano del genial Robin Wood, nos paseaba por esos escenarios no menos genialmente dibujados por Ricardo Villagrán. ¿Recuerdan El Tony?  El terror tenía forma de destrucción, de caos, pero esencialmente de mutantes deformes, otrora humanos, que olvidaban su condición y se dedicaban exhaustivamente a hacer la vida imposible - literalmente - a los pocos sobrevivientes que no se redujeron a esa mísera condición.

CHAU HUMANIDAD

Y la consecuencia principal de la botoneada atómica era la pérdida de la condición humana, que a eso se reducía finalmente.  La mayoría de los habitantes de la Tierra ya no eran humanos, las condiciones de vida ya no eran humanas, lo poco que quedaba para la raza era intentar subsistir y soñar con volver a los buenos tiempos.  Los de antes del botoncito.
Nada era pasible de ser consumido en el acto sin el peligro que la radiación mortífera hiciera de las suyas.  El que era humano, conservaba su humanidad a fuerza de no consumir sin estar seguro de lo que introducía a su cuerpo.
Las relaciones pasaron a ser esencialmente de desconfianza, lo cual no era para ponderar si entendías que detrás de la capucha de tu interlocutor podía esconderse un mutante sádico y asesino o hasta un humano no metamorfoseado, pero canibal, por ejemplo, a falta de otra fuente de alimentación.

NO, NO, NOOOOO...

La reacción nuestra ante el despliegue creativo de escritores, dibujantes o cineastas era pedirle a Diosito Santo, que la la ficción no se vuelva realidad.  Que los dedos se crispen y se deshagan en trocitos antes de presionar el circulito que ustedes saben.  Que los hongos atómicos no conviertan a nuestro mundo en un eterno campo de batalla entre el bien y el mal.  Que los seres humanos sigamos siendo humanos antes que sólo seres y que la paz y el amor vivan para siempre en nuestros corazones.
Pero pareciera ser que Diosito Santo, no entendió bien lo de las súplicas, probablemente debido a que se hacían generalmente entre sollozos. O bien porque no supimos explicar bien que es exactamente lo que queríamos, lo cual siempre ocurre con aquellos que formulan un deseo o petición: Dejan espacio a la imaginación del que va a realizarlos (si quiere).

PREGUNTO

Si nos ponemos a pensar, la amenaza de la Guerra Nuclear ha quedado reducida a una mínima expresión, al leal saber y entender de los terroristas musulmanes, a la de los indios de la India y de algún lider megalómano chino o coreano.  
Y por supuesto...al Pentagono o la Casa Blanca que siguen creyendo en la placa de salvadores de la verdadera forma de vivir en el planeta.

Pero si miramos a nuestro alrededor...¿Hay miseria y hambre?
¿Existen seres humanos totalmente deshumanizados dispuestos a matar sólo por que si?
¿Podemos encontrar, en especial entre los consumidores de ciertas drogas pesadas, verdaderos esperpentos en donde apenas reconocemos la anatomía de nuestra especie?
¿Vivimos en campos de destrucción y de constante degradación del aire, de las aguas, de las construcciones propias de nuestra raza?
¿Nos hace o puede hacer daño lo que consumimos, alentados por las necesidades que forman la base de la Pirámide de Maslow?  Es más, ¿nos hace mal consumir, simplemente?
¿Existen seres que aparentan ser humanos y se alimentan de otros, de sus personas, de sus sueños, de sus ganas, de su futuro?
Teníamos tanto miedo de que el apocalípsis nuclear nos reduzca a lo peor.

Hoy pienso que no me di cuenta cuando, pero alguien apretó el botón.

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